Parece que algunos mandos de MORENA no se han percatado todavía de que Gerardo Fernández Noroña, quien logró colarse como abanderado de la coalición encabezada por ese partido a una diputación federal, postulado por el PT, siempre ha trabajado para dañar la imagen de la izquierda y particularmente ahora de ese partido y de Andrés Manuel López Obrador, al darle armas a sus adversarios ideológicos y a sus columnistas en los medios informativos para la crítica insana.

En los primeros cinco día de la nueva Legislatura Federal ya protagonizó al menos tres actos públicos de provocación. En la sesión en que ésta se instaló, en sesión de Congreso General,
Atacó a Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la directiva de la Cámara de Diputados Federal, y al día siguiente volvió a sus agresiones verbales a las puertas de Palacio Nacional. Lo llamó traidor y ‘ojete’ por asistir a la ceremonia en que el presidente Enrique Peña Nieto presentó una síntesis de las acciones de su gobierno.
Los mismos calificativos los aplicó a Martín Batres Guadarrama, presidente de la directiva del Senado. Y volvió a atacar a Muños Ledo en la sesión del día 5. No se trata de que “cuando la perra es brava hasta los de casa muerde”, sino de un individuo que con sus provocaciones le construyó la imagen de violento a López Obrador y su partido.
Sus posiciones son contradictorias: Se dice radical y revolucionario puro, pero trabaja en una plataforma digital de Televisa. Y acuso a los dos directivos de la Cámara y Senado de vendidos por haber asistido a la citada ceremonia, a la cual fueron invitados, mientras él quería meterse a la fuerza a la misma, sin tener invitación.