*NO ES MORENA EL OBSTÁCULO PARA AMM, SINO SU INEFICAZ EQUIPO Y LA PUGNA DE GRUPO EN EL PRI
No ha sido fácil para el gobernador Alfredo del Mazo Maza sus primeros doce meses en el cargo; al contrario, su gestión se ha complicado por las malas condiciones generales de la administración pública heredada. Encontró un Estado convertido en zona de desastre, lo que por conveniencias políticas y electorales ni siquiera pudo revelarle a los mexiquenses.
En el análisis comparativo de costos-beneficios políticos, electorales y de imagen el mandatario mexiquense y su equipo de mayor confianza calcularon y decidieron mal. Optaron por no dar a conocer cómo les dejó Eruviel Ávila Villegas el gobierno, lo cual a los ojos de la comunidad estatal fue un ocultamiento, encubrimiento y protección a la ineficacia y altos niveles de corrupción de su antecesor, reconocidos por el INEGI y la Auditoría Superior de la Federación (ASF), pero no por el nuevo grupo gobernante.
Los desastrosos resultados electorales del PRI en el Estado el primero de julio de este año probaron tardíamente el error cometido. El costo de ocultar el mal estado de la administración pública encontrada no tuvo efectos positivos en los votantes, pero debilitaron mucho la imagen institucional del gobernador Alfred del Mazo Maza. Fue un sacrificio inútil. Y ni siquiera le agradecieron los beneficiados.
Haber dejado impune la corrupción anterior y darle inclusive estratégicos espacios de poder en el aparato administrativo a personajes vinculados al anterior gobernante, más los malos resultados en las urnas y escasos logros espectaculares de su administración, ha impedido a Del Mazo construir un sólido liderazgo; ni siquiera ha podido imponerlo al interior del PRI.
El mandatario mexiquense, no debemos olvidarlo, obtuvo el cargo con un apretado triunfo frente a Delfina Gómez, de MORENA, circunstancia nada favorable para un gobernador, a lo que se agregaron los factores adversos enumerados, más las pugnas de grupos internos priistas por la hegemonía partidista y los espacios de poder, cuya expresión más clara fue lo ocurrido en la bancada legislativa tricolor y en la restructuración del gabinete.
Los cambios no parecen motivados por elevar la eficacia en la operación de los programas gubernamentales, sino por las presiones de esos grupos domésticos del priísmo estatal y nacional por obtener cuotas y parcelas del poder en el Estado. El haberlo logrado proyecta una imagen de debilidad de Del Mazo Maza. Esto no es conveniente para éste: si en estos momentos, con un familiar en la presidencia de la República padece exitosas presiones de sus correligionarios, nada más es de imaginar cómo se pondrán las cosas después.
Desde el PRI quieren desviar la atención hacía el nombramiento de Delfina Gómez como delegada del gobierno federal. Desde ahora la consideran un obstáculo para la gestión del mandatario, pero ese no es problema; al contrario, a MORENA le convienen gobernadores exitosos, porque de eso dependen sus buenos resultados a escala nacional.
Es el ineficaz equipo de colaboradores del gobernante, los resultados precarios de su gestión y los grupos de interés en su partido los que le impiden construir un liderazgo poderoso en el Estado y en su partido.
