Dra. Antonella Rombola
(Primera Parte)
Hoy en día se habla mucho de cáncer y, desgraciadamente, se trata de una enfermedad cada vez más frecuente en nuestra sociedad. Respecto a su tratamiento, lo primero y casi único que se nos viene a la mente son la cirugía, la quimioterapia, la radioterapia y, en algunas ocasiones, la hormonoterapia, pero muy poco se habla del papel que juegan tanto el ejercicio como la nutrición en su prevención y tratamiento.
¿Y de qué manera es que el ejercicio interviene en estos pacientes?
Los estudios demuestran que la realización de ejercicio ayuda a estos pacientes siempre y cuando éste se realice de manera organizada, planeada y estructurada, pudiendo así el paciente obtener una dosis efectiva de actividad física.
Se ha visto que la realización de ejercicio es importante antes de presentar cáncer, como prevención; durante la enfermedad, para disminuir sus síntomas y los del tratamiento; y, en los casos en los que se logra superar la enfermedad, para disminuir algunas de las secuelas.
En el caso de la prevención, los estudios en específico en cáncer de mama son muchos y se va a dividir en prevención primaria (en aquellos pacientes que nunca han presentado cáncer), secundaria (los pacientes que ya presentaron cáncer, pero este ha remitido) y prevención terciaria (los pacientes que tienen cáncer y que el objetivo es prevenir o retrasar la aparición de complicaciones y readmisiones hospitalarias), independientemente del grupo que se trate la realización de ejercicio ha dado resultados positivos.
Un interesante estudio publicado en el British Journal of Sports Medicine muestra que las personas que hayan realizado como mínimo 150 minutos de actividad de intensidad moderada ó 75 minutos de intensidad vigorosa a la semana antes de ser diagnosticados de cáncer tienen un mejor pronóstico, específicamente hablando de cáncer de mama y colón, siempre y cuando el ejercicio se hubiera realizado por al menos 4 años continuos.
La evidencia actual demuestra que el ejercicio realizado por pacientes con cáncer tiene efectos positivos en diferentes aspectos, siendo sus principales objetivos:
Disminuir los efectos secundarios del tratamiento y mejora el pronóstico
Revertir los efectos fisiológicos anatómicos y funcionales del tratamiento; es decir, para disminuir los cambios en el organismo provocados por la cirugía, quimio y radio terapias.
Disminuir el riesgo de recidiva y de alteraciones asociadas. Por ejemplo se ha demostrado que el realizar ejercicio de fuerza disminuye la presencia de fatiga ocasionada por los tratamientos en algunos cánceres, siempre y cuando se realice en sesiones menores a 30 minutos, ya que cuando es mayor aumenta la fatiga.
Reducir la pérdida de tejido óseo (hueso) asociada al tratamiento (quimioterapia/ radioterapia).
Preservar el tejido muscular y los niveles de fuerza, lo cual tiene una estrecha relación con los sentimientos de autosuficiencia y el cumplimiento de las actividades de la vida diaria del paciente.
Atenuar los efectos psicoemocionales derivados de padecer la enfermedad y de recibir los tratamientos.
Dado que el cáncer es una enfermedad con más de 200 presentaciones diferentes, sus causas, tratamientos, síntomas y pronósticos son muy variados; situación que obliga a realizar un diferente abordaje del ejercicio en cada uno de ellos; sin embargo, para todos los tipos de cáncer existen ejercicios que mejoran la calidad de vida del paciente. (Continuará)