*Numerosos negocios grandes, medianos y pequeños ofrecen empleos.
Para los visitantes, el Estado de México vive un auge económico, con grandes oportunidades para la población de obtener buenos empleos. Los negocios grandes, medianos y pequeños colocan letreros para solicitar personal.
Esos anuncios dejan de aparecer unos meses, para volver a colocarse, pero no por la expansión de las actividades de las empresas, sino por la inestabilidad laboral, favorecida por los cambios a la legislación del trabajo aprobados en el gobierno de Felipe Calderón.
Abogados expertos en relaciones laborales explican esta engañosa situación: no hay crecimiento extraordinario de las empresas, sino periódicos despidos de trabajadores y su relevo por otros. Por eso las compañías están solicitando siempre personal.

La aparente abundancia de vacantes no es por buenos resultados de los negocios; en la práctica se trata del problema de inestabilidad de los asalariados en sus puestos de trabajo.
Los empresarios maniobran para evitar que sus trabajadores adquieran antigüedad y por eso la rotación es frecuente. Contratan asalariados por pocos meses, para luego sustituirlos por otros, aprovechando la abundante fuerza laboral disponible y dispuesta a aceptar las condiciones ofrecidas, incluyendo bajos salarios y sin prestaciones.
Esta maniobra se facilita, además de las disposiciones legales, por la necesidad de miles de personas de las plazas, así sean eventuales y mal pagadas, porque la familia requiere ingresos para sobrevivir el día a día.
Eugenio Martínez, uno de los abogados laborales mexiquenses altamente calificados en la materia, explicó que en estricto derecho, el trabajo eventual debe caracterizarse por ser para tareas que terminan en un plazo fijo.
De la misma forma es legal cuando se trata de una obra determinada o una inversión igualmente definida, porque en teoría después de concluirse una actividad o aplicarse la inversión, ya no se necesita al empleado.
No ocurre lo mismo cuando los trabajadores desempeñan tareas y funciones permanentes, imprescindibles para el cumplimiento de los objetivos sociales de las empresas, pues en esos casos no deberían ser eventuales.
No obstante, en las relaciones obrero-patronales los asalariados no pueden hacer valer sus derechos, porque están desprotegidos y urgidos del empleo, por ello no se atreven a pedir se les respeten sus garantías protegidas por la legislación de la materia.
En estas condiciones, los empleadores hacen y deshacen, sin importar la violación de los derechos de sus asalariados. No les dan trabajo de planta, y en cambio los relevan periódicamente para que no acumulen antigüedad, por lo cual siempre están solicitando personal, pero en definitiva no porque la economía general del Estado y de las compañías esté en expansión, como pudiera pensarse por la abundancia de ofertas de empleos.