
Es clara la resistencia del gobernador Alfredo del Mazo Maza a castigar la corrupción de su antecesor. Los indicios del saqueo de fondos públicos son muchos, pero es perceptible la intención de encubrir y proteger a los corruptos, en una riesgosa y sin sentido apuesta, pues la impunidad otorgada no permite al mandatario estatal obtener respaldo social y liderazgo, ni en su partido. Y eso no es bueno en un tiempo en que la Legislatura Local está dominada por una coalición de partidos que hicieron de la lucha contra la corrupción y el castigo a los corruptos su principal exitosa oferta de campaña.