MAXIMILIANO CASTILLO R.
(Primera parte)
No puede estarse en desacuerdo con el análisis del académico Leoncio Mata Zárate sobre el comportamiento de los grandes medios informativos impresos, electrónicos y digitales en estos tiempos de transición. Están actuando en la lógica de su condición de instrumento de presión con fines de chantaje, para someter al nuevo gobierno federal a las conveniencias de sus intereses empresariales, incluyendo los ilegítimos.
Tiene razón el colega en la ubicación de las cabezas de esta campaña de desgaste contra el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador y su equipo de colaboradores. Los más virulentos son los medios informativos de los Vázquez Raña Aldir, cuyas empresas constructora figuran en el grupo de las tres más beneficiadas con contratos para construir el Nuevo Aeropuerto de México, en Texcoco (NAIM). Y tienen la solidaridad de otros grandes medios informativos.
Como lo han informado las columnas especializadas en economía y finanzas, los Vázquez Raña tienen contratos en esa megaobra por un monto cercano a los 30 mil millones de pesos, ganados en un concurso cargado de sospechas sobre la imparcialidad de las autoridades encargadas de organizarlo. Después de Carlos Slim, quien no tiene canales de televisión, radiodifusoras, ni periódicos, la citada familia tiene los contratos más caros.
En estas condiciones, mantiene una agresiva campaña en favor de la continuidad de las obras de la nueva terminal de aviones, por estar ganando mucho, sin importarle los daños ambientales, ni lo que pase dentro de 10, 20, 30 ó 40 años con las pistas de aterrizaje de esas instalaciones aeroportuarias. Si se hunden, los Vázquez Rañas ya habrían ganado decenas de miles de millones de pesos.
La meta inmediata es lograr la continuidad de los trabajos de construcción del nuevo aeropuerto, pero los dueños del dinero del país, propietarios o accionistas al mismo tiempo de las cadenas nacionales de radio y televisión y diarios impresos y digitales, como ocurre en Argentina, Brasil y Chile, tienen objetivos estratégicos de mediano y largo plazo: mantener como rehenes a las instituciones, comenzando por la presidencia de la República, como la tienen desde el año 2000. Lo de ahora es un ensayo dentro de esa estrategia.
Empero esos propósitos no podrá lograrlos con un presidente de la República fuerte, con gran respaldo popular, como será Andrés Manuel López Obrador, y de resultados satisfactorios, como se esperan. Por ello buscan desgastarlo mediante la disminución de ese apoyo social y el fortalecimiento de las posiciones de quienes votaron en contra del tabasqueño, aprovechando sus instrumentos de chantaje: sus medios informativos.
En esto tienen como arietes a los columnistas y conductores de noticieros electrónicos “balconeados” por Amparo Casar y Luís Carlos Ugalde como receptores en 2017 de millones y millones de pesos de la presidencia de la República, aunque ya no defienden a Enrique Peña Nieto, sino el poder fáctico de sus empleadores.