1-El gobernador mexiquense está por cumplir un año y dos meses en el cargo, y no se le conocen acciones relevantes para mejorar las condiciones de vida de la población. No se percibe interés por resolver los grandes problemas, a pesar de haber dispuesto de recursos presupuestales elevados. A estas alturas debe haber ejercido ya no menos de 300 mil millones de pesos, y no se sabe en qué los gastó.
No hay dudas de que es un hombre bien intencionado, pero tampoco respecto a su falta de enjundia en el ejercicio del poder y el servicio a los mexiquenses. Hace 37 años su padre, quien igualmente se llama Alfredo del Mazo, exigía a sus colaboradores que no sólo actuaran con eficacia y honestidad, sino también pusieran emoción en sus tareas. Ese consejo debería aplicarlo el mandatario mexiquense.
2-El Órgano Superior de Fiscalización del Estado de México (OSFEM) encontró graves irregularidades en la aplicación del gasto en el DIFEM el año pasado. La institución tuvo tres presidentas honorarias en esos doce meses: Isis Ávila Muñoz, María Dipp Walther y Fernanda Castillo. Por el bien del organismo, de la población pobre que requiere de su apoyo y de la imagen del actual gobierno estatal, debe investigarse y aclararse el probable desvío de fondos públicos, y hacerse público el período exacto cuando se cometieron las irregularidades, porque ahora pueden hacer conjeturas injustas para quienes nada tuvieron qué ver en la corrupción.
