Jairo A. Tell
El sexto informe presidencial, presentado en septiembre, sigue generando un sinfín de comentarios nada halagadores; al contrario, confirman la sospecha de que la administración Peñista fue un desastre total, a juzgar por información difundida en muchos medios informativos de circulación nacional, en otros tiempos principales aplaudidores del gobierno. Aquellos que aplaudían y presumían su cercanía con el poder, hoy se esconden y con disimulo golpean arteramente y por la espalda a quien les hizo cobrar relevancia, cuando. La administración saliente está pagando muy caro el haber ignorado y ninguneado a las voces críticas que hubieran ayudado en mucho a establecer una mejor agenda y en consecuencia, una mejor conducción de la nave, que le hubiese permitido deshacerse de obscuros personajes, que sólo buscaban su bienestar,
Eran y son mercenarios que se acomodaron para enriquecerse a manos llenas, sin el menor pudor y sin el menor recato. Las obras inconclusas (El AICM y el tren interurbano Toluca México), por mencionar algunas son causa de esos comentarios que abonan a la percepción de un Estado fallido, caracterizado por la creciente inseguridad, corrupción e impunidad en todos los ámbitos. Los números son fríos y las cifras ahí están sobre el aumento exponencial de la violencia e inseguridad sobre todo en el último tramo del sexenio.
Tal parece que a la vieja usanza de los gobiernos del PAN, la saliente administración vivió en una burbuja, alejada totalmente del pueblo, Por ello, es que la óptica no es la misma sobre los mismos temas; los leguleyos mantuvieron engañado todo este tiempo al mandatario y le presentaron falsas cifras acerca de los logros de su gobierno. Los errores, jamás fueron atajados y corregidos a tiempo y esto se convirtió en una gran bola de nieve que termino por llevar al despeñadero, como diría López Obrador al gobierno en turno. Los miles de asesores y ayudantes que devengaban salarios escandalosos no fueron en ningún momento capaces de aconsejar la mejor ruta para llevar a buen puerto el gobierno. El asunto de la Casa Blanca, el de los 43 Normalistas de Ayotzinapa, la “estafa maestra” y el NAICM, son solo algunos de esos asegunes que terminaron por empañar el gobierno Peñista con todo y sus reformas estructurales logradas a partir del Pacto por México. La ultima raya al tigre según los analistas es el desventajoso acuerdo de libre comercio (TLC) que se firmo con EUA.
Los jaloneos se siguen dando al interior de los partidos, y por ahora la confrontación entre Salinistas y Peñistas es más que evidente, así lo demuestra el desaire que el presidente saliente le hizo a Claudia Ruiz Massieu durante la presentación en palacio nacional del sexto informe de gobierno. Ahí estaban en primera fila los políticos y empresarios que acompañaron al presidente saliente durante los seis años de su gestión, el incidente ocurrió cuando después de saludar a Carlos Slim, a Alberto Bailleres y a Emilio Azcárraga, Enrique Peña dio la espalda y negó el saludo a Claudia Ruiz Massieu dirigente nacional de su partido, de quien ha dicho se siente orgulloso, en una clara muestra de la división que existe al interior del tricolor.
En otro tenor, de pena ajena el sainete protagonizado por Gerardo Fernández Noroña para tratar de ingresar al recinto donde Enrique Peña rendiría su sexto informe de gobierno. Fernández Noroña la tomo personal contra Porfirio Muñoz Ledo y Martí Batres por su asistencia a este solemne acto en una clara muestra de intolerancia e irracionalidad, cierto es que, el gobierno entrante de Morena es la contraparte del PRI, pero también es cierto que no debe perderse la institucionalidad pues las formas son importantes y lo que menos puede exigírseles a nuestros representantes es que tengan la altura y la preparación necesarias para para ejercer el poder que les fue conferido el 1º. de julio pasado en las urnas. Como quiera que sea Gerardo Fernández Noroña debe moderar su actuar y ser prudente so pena de confirmar que es un infiltrado del sistema y un reventador a ultranza.