
Como siempre ocurre, todos los problemas generales en términos relativos perjudican más a quienes menos tienen.
Eso ocurrió con la difícil situación generada por la interrupción del envío de agua del Sistema Cutzamala a Toluca y la Zona Metropolitana del Valle de México. Perjudicó a todos, pero más a cientos de miles de humildes mujeres que se ganan la vida en el trabajo doméstico en diversas casas en distintos días de las semanas.
No fueron requeridas por sus jefas para laborar, porque sencillamente no había agua para desarrollar sus actividades. Lo que perdieron no fue mucho en términos absolutos, pero fue importante para sus débiles economías: no tuvieron ingresos, y nadie las compensará por un problema del cual no tuvieron ninguna culpa.
Los bancos y los inversionistas de la BMV recuperaron unos 300 mil millones de pesos, tras el anunció de que se les permitirá seguir explotando a sus clientes, pero aun cuando no hubieran recuperado ni un centavo, en nada afectaron sus niveles de lujo y bienestar, mientras a las trabajadoras domésticas la falta de ingresos les dañó aspectos vitales como el de la alimentación de una semana, y nadie respondió por el agravio ni se les compensó de manera alguna.