
La muerte de Héctor Beltrán Leyva, el “H”, ayer en la tarde, en el trayecto del penal de máxima seguridad del Altiplano al centro médico “Adolfo López Mateos”, de la capital mexiquense, representó el fin de los hermanos de ese apellido al mando del cartel que llevaba su nombre. Alfredo, el “Mochomo”, está preso en Estados Unidos desde hace cuatro años; y Arturo, llamado “el jefe de jefes” o “el Barbas”, murió en Cuernavaca, Morelos, el 16 de septiembre de 2009, en un enfrentamiento con elementos de la Marina.
El “H” disfrazaba sus actividades delictivas con actividades lícitas. Vivía en Querétaro como empresario del ramo inmobiliario. Tan seguro se sentía que fue detenido cuando tranquilamente comía en un restaurante de San Miguel Allende, Guanajuato, en octubre de 2014. Cinco años antes había sido detenido Carlos, que continúa en prisión.
No obstante, la desaparición de los Beltrán Leyva al mando de su organización delictiva dio lugar a gran parte de la violencia que se vive en Guerrero, Morelos, Ciudad de México, Estado de México y Querétaro, porque las células violentísimas que estaban bajo el mando de los hermanos, y especialmente de Arturo, se dividieron y formaron numerosas bandas criminales, como “Guerreros unidos”, “Los Rojos”, “Cartel del Pacífico sur”, “Los Pelones”, “Los Mazatlecos”, ”Cartel independiente de Acapulco, “La barredora”, “La mano con ojos”, “Cartel de la sierra”, “La oficina”, y otras más pequeñas, pero estremadamente violentas y despiadadas.