Más peligrosa para México que el conjunto de la delincuencia organizada resulta la estructura integrada por gobernantes corruptos, funcionarios públicos y sus cómplices, los grandes intereses económicos privados que saquean las haciendas y bienes públicos.
Esto quedó de manifestó con las declaraciones del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, en las cuales advirtió que encarcelar a los corruptos podría sumir al país en la inestabilidad, por la reacción de quienes integran esa estructura de corrupción.
Los grupos criminales no son capaces de desestabilizar al país; los corruptos, sí, si se intenta castigarlos. Ni siquiera un presidente respaldado por más de 30 millones de mexicanos puede castigar a los grandes corruptos, lo cual es preocupante y riesgoso.