*Atendió el reclamo de sus militantes de volver a su origen conservador.
Como oposición en el Congreso de la Unión, el PAN recuperó los principios de su nacimiento: el conservadurismo. Muchos militantes y cuadros exigían la vuelta a su origen, pero nunca explicaron si se referían a su ideología de derecha.
Un simple ejercicio comparativo de “El Espectador” encontró similitud entre sus actuales posiciones ideológicas y las sostenidas el 16 de septiembre de 1939, la fecha oficial de su fundación.
Nació para combatir al gobierno progresista de Lázaro Cárdenas, a quien consideraba un comunista y radical de izquierda y que por esa vía conduciría al fracaso al país. Ahora ocurre lo mismo con Andrés Manuel López Obrador.
Desde el arribo de Carlos Salinas de Gortari la presidencia de la República, el PAN dejó de ser oposición y se convirtió en colaborador de los gobiernos emanados del PRI, hasta alcanzar la titularidad del Poder Ejecutivo Federal, en el año 2000, con Vicente Fox Quesada, quien públicamente anunció que cogobernaría con el PRI.
No cambiaron las cosas con Felipe Calderón Hinojosa: el PRI decidió muchos temas trascedentes desde la Cámara de Diputados Federal y el Senado, en la continuidad de la colaboración y cogobierno.
Antes de que Andrés Manuel López Obrador asuma la presidencia de la República, los legisladores panistas, especialmente los senadores, lo han acusado de dictador y autoritario, en una clara muestra de ‘oposicionismo’ escasamente reflexivo sobre cuanto estaban diciendo.
No recordaron o deliberadamente olvidaron los elementos y características que definen a un dictador. El próximo presidente de la República no llegará al poder como producto de un golpe de estado o de una elección fraudulenta, ni con la ventaja de los programas sociales y la transferencia de fondos públicos a su partido.
Ganó la elección presidencial desde su condición de opositor y obtuvo más de 30 millones de votos, por eso no puede ser considerado dictador. Como figura pública López Obrador es y debe ser objeto de crítica. La necesitará y le hará bien, pero el panismo, desde su conservadurismo, no reflexiona sobre lo que es un dictador.
Si el tabasqueño organiza una consulta como la del NAIM, el PAN lo descalifica e insiste en que un millón de participantes es muy poco, cuando la decisión de construir esa megaobra en Texcoco la tomó un solo hombre: Enrique Peña Nieto y el blanquiazul nada dijo. Con todos los defectos que puedan atribuirle a lo hecho por López Obrador, un millón de opiniones, más de las dos terceras partes en contra de Texcoco como sitio para el nuevo aeropuerto, es mejor que una.
El PAN vuelve a su condición de partido opositor de un gobierno progresista, pero sin los equivalentes sus grandes ideólogos del 16 de septiembre de 1939.