LA IZQUIERDA QUE LLEGARÁ A LA PRESIDENCIA Y
LA QUE DECIDIÓ SER OPOSICIÓN A ESA IZQUIERDA
Macario Lozano R.
De acuerdo con información de la dirigencia nacional del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), sus militantes suman en todo el país tres millones, y su candidato presidencial triunfante, ahora presidente electo y constitucional a partir del próximo sábado superó los 30 millones de votos; es decir, mil por ciento más de los representados por su militancia, prueba clara del fuerte liderazgo político de Andrés Manuel López Obrador, más allá de las filas de sus correligionarios.
En las urnas apoyaron al tabasqueño (ya casi nadie le dice pejelagarto) 27 millones de mexicanos no morenistas, en un fenómeno urgido de análisis a fondo, profesional, riguroso y objetivo, para detectar las motivaciones de esos votantes para respaldar un proyecto de nación como el ofrecido por el personaje, no el de sus abanderados presidenciales.
Sería ingenuo creer que entre esos más de 27 millones de votos a favor del presidente electo no figuraron los de priístas, perredistas, panistas, pevemistas, de militantes del Movimiento Ciudadano y mexicanos sin militancia en organización política alguna, unidos por la confianza en la capacidad de López Obrador para resolver los grandes problemas nacionales, que afectan a todos, incluyendo a los micros, pequeños y medianos empresarios y aun a los grandes sin vínculos mercantiles con el poder público.
Haya sido como haya sido, el próximo sábado se instalará en la presidencia de la República un partido de izquierda (definición distinta ahora de la de la era del bloque socialista y de la URSS), con un programa progresista, lo cual deseaba esa corriente ideológica desde la fundación del Partido Comunista Mexicano (PCM), el 6 de noviembre de 1919, si bien éste nació con una ideología marxista-leninista.
Desde el primero de diciembre el gobierno de López Obrador deberá enfrentar, por un lado y como principal obstáculo de su administración, a los intereses económicos de los capitales nacionales y del capital financiero mundial, beneficiarios del modelo neoliberal, reacios a aceptar el mandato popular expresado en las urnas, consistente en darle prioridad a los intereses de las víctimas de la inequidad y desigualdad económica.
Empero también tendrá que padecer las presiones e incomprensión de los grupos radicales de izquierda, que buscarán la aplicación inmediata de un programa de acción basado en el choque con aquellos grandes intereses. La otra vertiente del problema lo representará el distanciamiento de lado la izquierda nucleada en el PRD y el Movimiento Ciudadano, que no asumieron posiciones claramente opositoras en los gobiernos de Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto, pero que ahora si lo harán con el gobierno de quien fue su candidato presidencial en 2006 y 2012.
En este escenario se dará la transición del mando y conducción del destino del país, a partir del próximo sábado.