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La Clase Priísta Estatal Dejó los Pinos; La Presidencia la Perdió Hace Mucho

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*El priísmo mexiquense fue usado en 2012 para ganar, no para que gobernar.

El priismo estatal nunca gobernó con EPN: lo hizo el grupo ajeno al Estado, apoderado de la presidencia.

Analistas supuestamente enterados y experimentados, insisten en el desalojo de la clase priísta mexiquense o “Grupo Atlacomulco” de la presidencia de la República. Es falsa la apreciación:

Los políticos del Estado de México jamás ejercieron el Poder Ejecutivo Federal. Los usaron los intereses del neoliberalismo para ganarlo para su causa y ejercerlo de acuerdo a sus conveniencias económicas, no para gobernar.

Sin el respaldo de bases populares, pero urgidos de aumentar su influencia y beneficios económicos que no le garantizaba ya el gobierno panista, aprovecharon la buena imagen que David López Gutiérrez le construyó al entonces gobernador Enrique Peña Nieto, para llevarlo a la presidencia de la República, para profundizar al máximo el modelo neoliberal.

Las decisiones más trascedentes y más perjudiciales para los intereses nacionales no las tomaron los priístas mexiquenses, que en el sexenio tuvieron una influencia marginal y terminaron sin ninguno de sus miembros en el gabinete, de acuerdo con una revisión de “El Espectador” a lo ocurrido en el anterior sexenio.

El ahora expresidente no tomó en cuenta a los cuadros priístas estatales para mandar en el país; lo hizo con el grupo neoliberal que encabeza Luís Videgaray Caso, quien intrigó para sacar del gabinete a Emilio Chuayffet Chemor y a Juan José Guerra Abud.

Formaron parte del gabinete presidencial algunos personajes que viven en fastuosas mansiones de las colonias de Huixquilucan, Toluca, Metepec y Lerma, con caras propiedades también en Malinalco, Ixtapan de la Sal y Valle de Bravo, pero sin identificación con los intereses estatales, ni con los priistas, y sin respaldo popular.

En estas condiciones, la pérdida de la presidencia de la República por parte del PRI y sus aliados no fue de la clase política mexiquense, por más que ahora haya dejado la impresión de que es corrupta, mucho más de cuanto lo es  realidad, y de que además no sabe gobernar bien, de lo cual mucho presumía antes.

Al menos desde la mitad del sexenio peñista los priístas mexiquenses no se sintieron representados por su cuadro que en teoría tenían en la presidencia de la República, lo cual se probó en la elección presidencial, cuyo candidato José Antonio Meade, ajeno a sus filas, sólo consiguió en la entidad un millón 548 mil votos, por 4 millones 369 mil 773 de Andrés Manuel López Obrador. Peña Nieto no pudo hacer ganar al candidato de Videgaray, ni en su tierra. Perdió aquí por una proporción de casi tres votos a uno.

La pérdida de influencia de quien era primer mandatario entre sus correligionarios del Estado fue evidente, como lo fue el despojo que sufrió de parte de los neoliberales tan pronto asumió el cargo. El priísmo estatal no dejó la presidencia en manos de López Obrador, le había sido arrebatada desde antes por Videgaray y su grupo.

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