*Se esperaba mucho del político oriundo de Atlacomulco, pero decepcionó.

Un gasto de 60 mil millones de pesos durante el sexenio, para difundir actividades, declaraciones y obtener comentarios favorables en los grandes medios informativos de nada le sirvieron al ahora expresidente Enrique Peña Nieto. Terminó con muy baja aprobación.
La permanente presencia del político oriundo de Atlacomulco en las páginas de los diarios y revistas y en los noticieros de televisión y radiofónicos no pudo modificar la percepción de la población nacional sobre su desempeño, considerado ineficaz.
En los últimos días de su gestión el entonces jefe de la nación se estuvo quejando de la resistencia de los mexicanos a reconocer sus grandes logros y aportaciones al futuro de la nación. Se dolió de que nada más reparan en lo malo, no en los importantes logros.
Su inconformidad con el trato de los mexicanos a su gestión y a su actuación como máximo mando no era, ni es justificada, porque en los temas que más preocupan y agravian a la sociedad heredó a las nuevas autoridades un país en condiciones de desastre.
El derramamiento de sangre en su gestión fue mayor al del sexenio de Felipe Calderón. El porcentaje de la población con miedo por la delincuencia creció también, como mayor es el índice delictivo y el de la impunidad de los delitos denunciados, más las cifras negras que representan 96 de cada cien delitos cometidos.
La pobreza se extendió. Las cifras del INEGI sobre este fenómeno se quedan cortas, porque sus indicadores para calificarla no toman en cuenta los ingresos familiares indispensables para adquirir los productos necesarios para estar al menos dentro de los límites mínimos de bienestar. Por debajo de ese umbral están más de 70 millones de mexicanos.
La corrupción e impunidad y el cinismo de los corruptos creció a los nivelas más altos de la historia. Se impuso record en esto, lo que también lastimó y sigue doliéndole mucho a sociedad, y el fin de esta práctica fue lo que motivó a 30 millones 112 mil electores a votar por Andrés Manuel López Obrador.
La deuda pública registró en este sexenio su mayor incremento de su historial: se elevó en cerca de 5 billones de pesos, para acumular un saldo de 10 billones 200 mil millones de pesos, cuyo pago de intereses exigirá al nuevo gobierno 725 mil millones de pesos el próximo año. Además, nadie sabe en qué se gastaron esos cerca de 5 billones de pesos, porque las grandes obras de infraestructura se concesionaron a particulares.
En el tema de la economía nacional, su crecimiento promedio no rebasó el 2.2 por ciento anual, cuando ofreció acercarse al 6 por ciento en el último año del sexenio, y sus cuentas positivas en generación de empleos, casi 4 millones, se desvanecen cuando se sabe que fueron plazas laborales mal pagadas, mientras las mejor remuneradas se redujeron, como disminuyeron las conquistas de los trabajadores, sin contar con la desnacionalización de los recursos naturales, concesionados hasta que se agoten a particulares mexicanos y extranjeros.
Por todo ello, con mucha razón la comunidad nacional desaprueba la gestión peñista, aunque el político mexiquenses lo considere injusto.