
*No figuran mexiquenses en el debate de los grandes problemas nacionales.
De la redacción
Con una población cercana a los 17.5 millones de habitantes, el Estado de México aprisiona por tres de los cuatro puntos cardinales a la Ciudad de México, centro y capital de la educación, investigación y creación estética del país.
No obstante, estas condiciones no han sido suficientes para el surgimiento, desarrollo y consolidación de mexiquenses generadores de pensamiento e ideas, ni de creadores artístico de dimensión nacional e internacional, como ocurrió en el pasado. Con pesar podemos ver que no hay mexiquenses que sean referentes en la literatura. No hay novelistas, ni cuentistas, ni poetas, ni ensayistas, ni cronistas a la altura de la importancia del peso demográfico de la entidad mexiquense,
Muy pocos han logrado trascender con sus obras los límites del territorio estatal en el campo de las letras, pero tampoco tenemos mexiquenses de estos tiempos activos participantes del debate nacional sobre los problemas y rumbo de la nación, como los hubo en otros tiempos.

No tenemos a los actuales Vicente Riva Palacio, Andrés Molina Enríquez, Narciso Bassols, Pablo González Casanova o al menos a un intelectual y pensador como el tolucense Víctor Flores Olea, vivo y activo, por fortuna.
En los grandes debates entre los liberales y los conservadores en la época de la reforma destacó el general Vicente Riva Palacio. No había nacido en el Estado de México, pero se identificó con los intereses de la entidad y llegó a gobernarla.
El territorio estatal fue además escenario de grandes batallas en las cuales participó como hombre de armas, pero también fue un hombre de letras. Se le recuerda como luchador a favor de las causas liberales, pero igualmente como un intelectual generador de ideas, de pensamiento y de debate, siempre comprometido con la causa de la República.
La obra monumental que coordinó y de la que escribió el tomo sobre la colonia “México a través de los siglos” sorprende porque mucho de su contenido resulta ilustrador en estos tiempos de la globalidad.
Como periodista fue un militante de la lucha contra el pensamiento y las acciones de los conservadores. Formó guerrillas contra la intervención francesa y, de acuerdo con testimonios de su época, aportaba dinero de su bolsillo para financiar a los guerrilleros.
Nieto del héroe Vicente Guerrero, Riva Palacio fue desatacado político, diputado, escritor, periodista, diplomático, combatiente con las armas en las manos a los conservadores y a la intervención francesa, diplomático, y fue compañero de los grandes liberales que apoyaron a Juárez.

ANDRÉS MOLINA ENRÍQUEZ
La 60 Legislatura Local corrigió el año pasado una gran injusticia, al inscribir en letras doradas en el muro de honor de su salón de sesiones el nombre de Andrés Molina Enríquez, el personaje oriundo de Jilotepec, cuya ausencia entre los honrados por la representación popular del Estado resultaba inexplicable, dada la jerarquía política e intelectual del hombre vinculado con las causas del agrarismo.
Abogado, sociólogo, escritor, funcionario judicial, de todos los grandes intelectuales del Estado de México fue el único que hizo carrera de servidor público en su estado natal, pues fue juez en cuatro distritos judiciales.
Después se encumbró como investigador y escritor sobre la realidad de México de los últimos años de la dictadura de Porfirio Díaz. Su obra “Los grandes problemas nacionales”, en que criticaba las condiciones de los mexicanos como consecuencia de la política porfirista sigue siendo referente obligado para los estudiosos del tema.
La obra tuvo un peso decisivo entre los componentes ideológicos de la Revolución Mexicana, en un país abrumadoramente rural en ese tiempo
Hombre cercano a Venustiano Carranza, el oriundo del norte del Estado influyó mucho en el contenido y alcance del artículo 27 de la Constitución de 1917, especialmente en el articulado que dispone la propiedad de la nación sobre la tierra y el agua.
Molina Enríquez también fue periodista y egresado de lo que ahora es la Universidad Autónoma del Estado de México. Su pensamiento influyó mucho en otro ideólogo de la época: Luis Cabrera.

BASSOLS, GONZÁLEZ CASANOVA Y FLORES OLEA
El Estado de México le dio al país otro gran intelectual, escritor, periodista, servidor público, como lo fue Narciso Bassols García, oriundo de Tenancingo, quien llegó a ser secretario de Gobernación y de Educación Pública y que en la academia tuvo el privilegio de convivir con el famoso grupo de “Los siete sabios”, entre los cuales figuraban Manuel Gómez Morín, Vicente Lombardo Toledano y Alfonso Caso.
Estuvo en los acontecimientos que dieron lugar a la expropiación petrolera y en todas las luchas populares de la época. La dimensión intelectual del nacido en Tenancingo era enorme, y se le reconoce todavía, porque perteneció a la especie de grandes hombres mexicanos que les importaban y se ocupaban en resolver los problemas nacionales.
Dos mexiquenses, vivos, por fortuna, que participan en el debate nacional como intelectuales de altos vuelos son Pablo González Casanova, también de Tenancingo, exrector de la UNAM; y Víctor Flores Olea, vinculados ambos a los quehaceres de la Máxima Casa de Estudios del país.
González Casanova muy joven optó por seguir sus estudios de posgrado en el extranjero, donde logró una formación académica de excelencia, con maestría y doctorado, para después involucrarse en las actividades académicas y en la generación de pensamiento.
Su libro “La democracia en México”, publicado en la década de los sesenta está convertido en un clásico de lectura y estudio obligatorio para quienes se dedican profesionalmente al debate de las ideas en México.
El ex rector de la UNAM se da tiempo para hacer activismo en las causas de los derechos humanos, las luchas ambientales y el reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios sobre la propiedad de los recursos naturales.
Es un orgullo para los mexiquenses que se dedican al análisis de os problemas actuales, por la vigencia de sus teorías, por lo cual goza de un gran prestigio nacional e internacional.
Víctor Flores Olea, nativo de esta capital mexiquense, ha desarrollado su carrera académica, intelectual y de servidor público en el país y el extranjero como embajador ante organismos de la ONU y en la propia Organización de las Naciones Unidas, y como ensayista, creador de instituciones culturales e infatigable analista de la situación nacional.
Su formación académica incluyó estudios de posgrado en las mejores universidades de Italia y Francia. Como director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM contribuyó a la formación y guió a muchos politólogos, ahora reconocidos por sus aportaciones en la generación de pensamiento.
En el campo de la cultura y la reflexión filosófica fue amigo de Luís Villoro, Porfirio Muñoz Ledo, Enrique González Pedrero, los escritores Carlos Fuentes y Jaime García Terrés.
Llama la atención que ahora, con una crecida población y pese a estos brillantes antecedentes, en la actualidad el campo de la generación de pensamiento e ideas esté desolado en el Estado de México, lo que debe examinarse, porque no hay explicación lógica a la ausencia de mexiquenses en la creación estética de alcance nacional e internacional.
Tampoco abundan los casos de pensadores mexiquenses dignos herederos de los mencionados y de otros más que igualmente aportaron obras fundamentales para entender al México de su tiempo y enriquecieron los grandes debates de los problemas nacionales.
Hace falta que en el territorio estatal o en el nacional se forman los nuevos Vicente Riva Palacio, Andrés Molina Enríquez, Narciso Bassols, Pablo González Casanova y Víctor Flores Olea.