De la Redacción
Los lujos con que vivían los capos del narcotráfico en los reclusorios del entonces Distrito Federal en las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado prevalecen en las cárceles de los estados, como se comprobó el día primero de este mes en Reclusorio estatal de Ciudad Juárez, Chihuahua, donde un grupo fuertemente armado liberó a 24 delincuentes, entre los cuales figuraron dos cabecillas jefes suyos, para lo cual asesinaron a 10 custodios, y 7 más, incluyendo al menos a 4 criminales.
En ese tiempo la forma de vida de los jefes del narcotráfico generó escándalos mediáticos, porque estaban rodeados de lujo. Así vivían los cabecillas liberados del penal juarense. Además, la corrupción de autoridades les permitió introducir armas largas y cortas de alto poder, con las que atacaron a custodios que supuestamente los vigilaban al interior de la cárcel, mientras los atacantes ejecutaron a los del exterior.
Las condiciones de lujo sólo se descubrieron con el ingreso de fuerzas federales al penal, después del ataque que liberó a las dos docenas de presos, todos de alta peligrosidad. Encontraron un mercado de drogas y en una lujosa celda una caja fuerte con una alta suma de dinero, además de las armas, como ocurría en los penales donde se recluía a capos de capos en los últimos 20 años del siglo pasado.
Se suponía que eso se había erradicado, pero los sucesos del penal estatal número tres de Ciudad Juárez indica que la corrupción de autoridades permite el ingreso de drogas y su tráfico, armas, pantallas de televisores y otros bienes que están prohibidos por los reglamentos en los penales de los estados.