De haber ganado Góngora el gobierno de Q. Roo, también Roberto Borges andaría libre.
Una aplastante derrota en las urnas ante un excorreligionario en la elección de gobernador de Quinta Roo el año pasado es la explicación a la captura y caída en desgracia de Mauricio Góngora Escalante, un cuadro priísta derrotado por su excorreligionario Carlos Joaquín González, del PAN-PRD.
Ese fracaso sentó las bases para las denuncias penales contra el exgobernador Borges, por actos de corrupción, de verdadera rapiña y del abanderado priísta derrotado, sostienen periodistas locales. Góngora Escalante fue responsable de manejar los fondos públicos del gobierno quintanarroense y, según la Procuraduría de ese estado, también incurrió en actos de corrupción como alcalde de Solidaridad, municipio al cual pertenece Playa del Carmen.
De acuerdo con periodistas locales de esa entidad federativa del sureste mexicano, si los caciques priístas de Quintana Roo hubieran aceptado como candidato a Carlos Joaquín González, entonces cuadro tricolor, éste hubiera ganado y la corrupción se hubiera ocultado.
No lo consintieron y maltrataron al hermano del secretario de Energía y ex mandatario estatal, Pedro Joaquín, por lo cual perdieron la gubernatura y el control del estado, y al asumir el cargo, Carlos Joaquín denunció el saqueo al erario y la entrega de las reservas territoriales de zonas turísticas a familiares (incluyendo a la mama de Borges), amigos y colaboradores, con los resultados conocidos.
Roberto Borges está encarcelado, lo mismo que Góngora. De virreyes quintanarroenses se convirtieron en presidiarios, por manejar al PRI estatal como se su propiedad y menospreciar a Carlos Joaquín González y a la oposición.
De no haberse registrado la alternancia, Mauricio Góngora Escalante sería el mandamás de Quintana Roo, y Roberto Borges se pasearía libremente, tal vez incorporado a la campaña de José Antonio Meade, comentó a “El Espectador” un conocido columnista del sureste del país. “Ambos personajes gozarían de impunidad absoluta”, concluyó.
