*No es exagerado considerar histórica a la próxima legislatura del Estado de México.
En 48 horas más el Estado de México estrenará Legislatura. Llevará el numeral 60, y en ella por primera vez el partido en el poder estatal tendrá la más reducida bancada de su historia, de los cuales sólo Mercedes Colín Guadarrama será de mayoría, porque el PRI perdió en 44 de los 45 distritos.
Esa circunstancia propició igualmente la obtención del mayor número de legisladores de representación proporcional de su existencia, cargos antes distribuidos generosamente entre partidos opositores por el propio tricolor, para simular democracia y pluralidad en la representación popular. En los últimos años el PRI estaba en contra de los diputados de este principio. El entonces gobernador Eruviel Ávila Villegas era enfático en esa propuesta de suprimir y dejar sólo diputados de mayoría.
De haber prosperado su idea, su partido tendría en la entidad a partir del miércoles solo una curul; el PAN, dos; y MORENA, 42, algo realmente antidemocrático y contrario al espíritu de representatividad, porque cerca del 60 por ciento de los votantes no habrían estado representados en la nueva Legislatura.
En el lado opuesto, MORENA y sus aliados tendrán mayoría absoluta y calificada, lo cual es sorprendente porque se trata de una organización política con sólo cuatro años de fundada y que tuvo apenas su tercera participación en procesos electorales locales. En ese corto tiempo registró el mayor crecimiento, sólo comparado con el del PRI cuando fue fundado desde el poder y era la única vía para hacer política y ocupar cargos públicos de representación popular y administrativos.
Con todo, lo que confiere condición y calidad histórica a la próxima Legislatura estatal es el de ser parte de un objetivo estratégico de MORENA, de alcance nacional, para modificar la concepción del quehacer político y ejercer el poder con eficacia, honestidad, eficiencia, sustitución del modelo económico neoliberal, erradicación de la inseguridad pública, combate y castigo a la corrupción, disminución de la pobreza, desarrollo económico equitativo y una política exterior soberana, no sujeta a dictados de potencias extranjeras.
Son metas ambiciosas, aparentemente difíciles de concretar, pero al mismo tiempo constituyen el reclamo de una comunidad nacional agraviada por esos problemas, cuyo segmento integrante de la lista nominal de electores lo expresó en las urnas con más de treinta millones cien mil votos, cifra record; más notoria por cuanto fue en favor de un candidato opositor y contra el partido en el gobierno.
Pronto tendremos la oportunidad de verificar cuánto aporta la bancada de MORENA y sus aliados desde el Poder Legislativo de la entidad federativa más poblada del país al proyecto de López Obrador, pero por lo pronto algunos de sus miembros anticiparon algunas acciones trascedentes, como la recuperación para el pleno de la Cámara de la facultad de aprobar o rechazar las cuentas públicas de los gobernadores.
En el Estado de México, aun cuando el PRI no disponía de mayoría absoluta, los diputados de oposición se mostraron colaboracionistas y omisos en su papel de contrapeso al Poder Ejecutivo y en el combate a la corrupción e ineptitud. Se espera que eso no ocurra en los próximos tres años.